Septiembrediciembre 2022
Vol. 1, No. 3, 85-97
DOI: https://doi.org/10.69516/skn1jp54
Revista Científica Multidisciplinaria Ogma / Septiembrediciembre 2022 / Vol. 1, No. 3, 85-97
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Sistemas Operativos libres y Sistemas Operativos privativos:
aplicaciones en el campo educativo
Free Operating Systems and Proprietary Operating Systems: Applications in the
Educational Field
Cusme Vera, Ramona Johana
1
https://orcid.org/0009-0003-6707-205X
johana_cusmev@yahoo.com
Unidad Educativa Vivian Luzuriaga
Vásquez
Ecuador
Bravo Vega, Cinthya Dayana
3
https://orcid.org/0000-0003-2144-6186
cinthya.bravo@educacion.gob.ec
Unidad Educativa Dr. Manuel Benjamín
Carrión
Ecuador
Fuentes Prado, Segundo Napoleón
2
https://orcid.org/0009-0000-4698-3696
napeleon.fuentes@educacion.gob.ec
Unidad Educativa Dr. Andrés F. Córdoba
Ecuador
Gualotuña Quinga, Guido Bolívar
4
https://orcid.org/0009-0000-3222-5464
ggualotuna@yahoo.com
Unidad Educativa 10 de Agosto
Ecuador
1
Autor de correspondencia.
Recibido: 2022-09-25 / Aceptado: 2022-10-25 / Publicado: 2022-12-30
Forma sugerida de citar: Cusme Vera, R. J., Fuentes Prado, S. N., Bravo Vega, C. D., & Gualotuña Quinga, G. B. (2022). Sistemas
Operativos libres y Sistemas Operativos privativos: aplicaciones en el campo educativo. Revista Científica
Multidisciplinaria Ogma, 1(3), 85-97. https://doi.org/10.69516/skn1jp54
Resumen:
El presente trabajo aborda el análisis de los sistemas operativos libres
y privativos, destacando sus características, diferencias y aplicaciones
dentro del ámbito educativo. En la introducción, se contextualiza el
impacto de las tecnologías de la información en la transformación de
los procesos sociales, económicos y pedagógicos, con énfasis en la
función de los sistemas operativos como mediadores entre el
hardware y el usuario, y su relevancia en la democratización del
acceso a la informática. Durante el desarrollo, se examinan las
particularidades de ambos tipos de sistemas. Los sistemas operativos
libres, como GNU/Linux, se fundamentan en el acceso abierto al
código fuente, promoviendo la libertad de uso, modificación y
distribución, lo cual favorece la autonomía tecnológica y la
colaboración. En contraste, los sistemas privativos, como Windows o
macOS, se caracterizan por restricciones legales y económicas que
limitan su uso, al estar protegidos por derechos de autor y requerir
licencias de pago, lo que genera dependencia tecnológica. Asimismo,
se expone un cuadro comparativo que sintetiza sus principales
diferencias, y se analizan sus implicaciones pedagógicas, económicas
y legales, considerando las políticas del Ministerio de Educación del
Ecuador que promueven la convivencia de ambos modelos en las
instituciones. En las conclusiones, se resalta que la elección entre un
sistema operativo libre o privativo debe responder a criterios
pedagógicos, funcionales y éticos. Ambos pueden aportar
significativamente al proceso educativo si se utilizan de manera crítica,
reflexiva y estratégica.
Palabras clave: Sistemas operativos libres, Sistemas operativos
privativos, Educación, Enseñanza, Aprendizaje.
Abstract:
This paper deals with the analysis of free and proprietary operating
systems, highlighting their characteristics, differences and applications
within the educational field. In the introduction, the impact of
information technologies on the transformation of social, economic and
pedagogical processes is contextualized, with emphasis on the role of
operating systems as mediators between hardware and user, and their
relevance in the democratization of access to information technology.
During the development, the particularities of both types of systems are
examined. Free operating systems, such as GNU/Linux, are based on
open access to the source code, promoting freedom of use,
modification and distribution, which favors technological autonomy and
collaboration. In contrast, proprietary systems, such as Windows or
macOS, are characterized by legal and economic restrictions that limit
their use, as they are protected by copyright and require paid licenses,
which generates technological dependence. A comparative table
summarizing their main differences is also presented, and their
pedagogical, economic and legal implications are analyzed,
considering the policies of the Ministry of Education of Ecuador that
promote the coexistence of both models in the institutions. In the
conclusions, it is emphasized that the choice between a free or
proprietary operating system should respond to pedagogical,
functional and ethical criteria. Both can contribute significantly to the
educational process if used in a critical, reflective and strategic
manner.
Keywords: Free operating systems, Proprietary operating systems,
Education, Teaching, Learning.
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1. INTRODUCCIÓN
A partir de la expansión de las tecnologías, el panorama social, económico, productivo y
cultural de la humanidad comenzó a experimentar transformaciones sustanciales. Los cambios
introducidos por la digitalización no solo impactaron de manera progresiva, sino que, muchas
veces, se integraron de tal forma en la cotidianidad que fue difícil determinar cuándo exactamente
se produjo esta transición. Lo que antes se concebía como parte exclusiva de lo humano por
ejemplo, los trabajos manuales o las labores físicas en entornos industriales fue
progresivamente sustituido por sistemas mecanizados. Las máquinas asumieron gran parte del
trabajo, aunque su funcionamiento aún dependía del control humano. De esta manera, las
dinámicas laborales evolucionaron, y con ellas, también los hábitos sociales y educativos
(Benítez, 2012).
Entre los aspectos más significativos del cambio propiciado por la tecnología, se
encuentra la forma en la que nos relacionamos socialmente. El surgimiento del internet, el auge
de las redes sociales y la implementación de sistemas integrales digitales provocaron una
transformación sustancial en los modos de interacción interpersonal. Este fenómeno no se limitó
a los entornos sociales, sino que afectó directamente a los procesos de enseñanza y aprendizaje.
La aparición de herramientas tecnológicas específicas diseñadas para la gestión del
conocimiento revolucionó los métodos pedagógicos y facilitó tareas antes consideradas
complejas. En este contexto, uno de los avances más influyentes fue el desarrollo de los
ordenadores personales y, particularmente, de los sistemas operativos (Cabero-Almenara &
Llorente-Cejudo, 2020).
Con el surgimiento de los sistemas operativos, se superó la barrera técnica que impedía
a los usuarios comunes interactuar con las computadoras. Antes de estos desarrollos, los
dispositivos solo podían manejarse a través de neas de código que requerían conocimientos
especializados, principalmente reservados a ingenieros informáticos o entusiastas de la
programación. La inclusión de interfaces gráficas permitió que cualquier persona pudiera acceder
de forma intuitiva al sistema, observar los procesos que se ejecutaban y, por ende, manipular el
equipo sin necesidad de poseer conocimientos avanzados. Este cambio democratizó el acceso
a la tecnología, haciéndola más comprensible y funcional para el público general (López, 2010).
En términos básicos, un sistema operativo puede entenderse como el software que
posibilita la integración entre el hardware y el resto de los programas informáticos. Esta interfaz
gráfica permite no solo visualizar los procesos que ejecuta la máquina, sino también gestionar
sus recursos de manera eficiente. Esta accesibilidad signifiun punto de inflexión, ya que hizo
posible que el uso de los computadores trascendiera las barreras técnicas iniciales y se abriera
paso en la vida cotidiana de millones de personas (López, 2010).
Desde una perspectiva más técnica, Torres (2001) define el sistema operativo como un
programa (o conjunto de programas) de control que tiene por objeto facilitar el uso de la
computadora y conseguir que esta se utilice eficientemente. Esta conceptualización pone de
relieve su papel como intermediario entre el usuario y la máquina, así como su función esencial
de permitir que diferentes tareas se ejecuten simultáneamente sin que el usuario deba
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preocuparse por los detalles de su funcionamiento interno. En efecto, el sistema operativo fue el
detonante para la masificación del uso de computadores personales, al permitir que personas sin
formación técnica puedan instalar programas, gestionar archivos e incluso reparar sus
dispositivos, gracias a su entorno amigable y funcional (Felici, 2015).
Asimismo, se debe considerar que un sistema operativo no funciona como un único
programa autónomo, sino que está conformado por un conjunto de aplicaciones y rutinas de
control que operan en conjunto. Esta estructura colaborativa es fundamental para mantener el
sistema operativo en funcionamiento constante y eficiente. Torres (2001) sostiene que se trata
de “un grupo de programas de proceso con las rutinas de control necesarias para mantener
continuamente operativos dichos programas”, resaltando la necesidad de una organización
estructurada, similar a la de una edificación sólida que debe resistir diversas condiciones. El
sistema operativo, en este sentido, debe optimizar los recursos del sistema y garantizar que cada
componente funcione de forma armónica.
Existen múltiples definiciones sobre lo que implica un sistema operativo, pero todas
coinciden en su rol como facilitador entre el hardware y el usuario. Una de estas lo describe como
un software que proporciona un acceso sencillo y seguro al soporte físico del ordenador
(hardware), ocultando al usuario detalles de la implementación particular y creando la ilusión de
existencia de recursos ilimitados (o abundantes). Máquina Virtual. Otra definición, es el de un
programa que actúa como intermediario entre el usuario de la computadora y el hardware de la
computadora (Felici, 2015). Esta definición subraya la idea de que el sistema operativo no solo
gestiona tareas, sino que también abstrae la complejidad de la máquina para brindar una
experiencia accesible al usuario.
Por otro lado, López (2010) complementa esta visión indicando que los sistemas
operativos controlan lo que el hardware hace, y facilitan el uso de otras aplicaciones y hardware
por medio de una interfaz gráfica; en otras palabras, las ventanas y los iconos que utilizamos
para acceder a otros programas y a los dispositivos que conectamos a la máquina: cámaras
digitales, impresoras, discos duros, entre muchos otros. Esta explicación reafirma el papel central
que ocupa el sistema operativo como el núcleo de interacción del usuario con el ecosistema
digital.
Aunque las definiciones puedan variar en su forma, no lo hacen en su esencia. Todos los
sistemas operativos persiguen tres objetivos fundamentales, según Felici (2015): en primer lugar,
facilitar la ejecución de los programas del usuario y resolver sus necesidades de manera sencilla;
en segundo lugar, hacer que el uso del computador sea cómodo y accesible; y en tercer lugar,
optimizar el uso de los recursos físicos del sistema, es decir, del hardware disponible.
Una vez comprendido este marco conceptual, el presente artículo propone una
aproximación comparativa entre dos grandes categorías de sistemas operativos: los libres y los
privativos. Esta diferenciación resulta esencial, ya que permite valorar las implicaciones
prácticas, técnicas, éticas y pedagógicas de cada uno. Los sistemas operativos libres, como
Linux o Ubuntu, se caracterizan por ser de código abierto, lo cual posibilita su modificación,
distribución y uso sin restricciones. En contraposición, los sistemas operativos privativos, como
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Windows o macOS, se encuentran protegidos bajo licencias que limitan el acceso a su código
fuente y exigen el pago por su utilización o actualización.
Este análisis no se limitará únicamente a aspectos técnicos, sino que se proyectará al
ámbito educativo, valorando cómo cada tipo de sistema operativo puede contribuir al
fortalecimiento de los procesos de enseñanza y aprendizaje. En efecto, la libertad de adaptación
y la gratuidad de los sistemas operativos libres los convierte en herramientas poderosas para
instituciones con limitaciones presupuestarias, mientras que los sistemas operativos privativos
ofrecen entornos más estandarizados y con soporte comercial robusto. Por lo tanto, comprender
las ventajas y limitaciones de ambos enfoques permitirá establecer criterios objetivos sobre su
pertinencia en diferentes contextos educativos.
En definitiva, este estudio busca no solo definir conceptualmente qes un sistema
operativo, sino también presentar una evaluación integral de sus aplicaciones y beneficios dentro
del campo pedagógico. La reflexión final girará en torno a cuál de las dos alternativas libre o
privativa ofrece mayores ventajas en términos de sostenibilidad, equidad, y mejora de los
procesos formativos. En este sentido, el objetivo del estudio es: analizar las características,
diferencias y aplicaciones de los sistemas operativos libres y privativos, con el fin de determinar
su utilidad y pertinencia en el ámbito educativo, valorando sus beneficios, limitaciones y
contribuciones al proceso de enseñanza-aprendizaje.
2. DESARROLLO
2.1. LOS SISTEMAS OPERATIVOS LIBRES
Los sistemas operativos libres comparten la misma filosofía que sustenta al software libre,
ya que su desarrollo y distribución están orientados a garantizar un acceso amplio, abierto y
participativo al conocimiento informático. La premisa fundamental que los sustenta es la
disponibilidad del código fuente, lo cual permite que cualquier usuario tenga la posibilidad de
estudiarlo, adaptarlo, modificarlo e incluso redistribuirlo conforme a sus propias necesidades y
contextos. Este enfoque busca democratizar el uso de la tecnología, alejándose de los modelos
restrictivos de los sistemas privativos. Es decir, no se trata únicamente de ofrecer programas sin
costo, sino de brindar libertad real al usuario sobre el uso y control del software que emplea
(Stallman, 2015).
Existen cuatro características esenciales que definen a un sistema operativo como libre,
de acuerdo con los principios tradicionales del software libre. Estas son: la primera, la libertad de
ejecutar el programa para cualquier propósito; la segunda, la libertad de estudiar cómo funciona
el programa y adaptarlo a las necesidades del usuario, lo cual implica obligatoriamente el acceso
al código fuente; la tercera, la libertad de distribuir copias del programa, favoreciendo así a otras
personas; y la cuarta, la libertad de mejorar el programa y compartir dichas mejoras con la
comunidad, en beneficio del conjunto social. Para estas dos últimas condiciones, nuevamente,
el acceso al código fuente se vuelve indispensable. Estas libertades configuran una estructura
ética y funcional que distingue a los sistemas operativos libres de sus contrapartes privativas
(Free Software Foundation, 2015).
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La concepción de los sistemas operativos libres tiene sus raíces en el Proyecto GNU,
ideado por Richard Stallman, pero su consolidación práctica y expansión global se evidencian
con el desarrollo de Linux, sistema creado por Linus Torvalds. Linux se transformó en uno de los
ejemplos más representativos del software libre, no solo por su solidez técnica, sino también por
haber promovido una comunidad de usuarios y desarrolladores que continúan perfeccionando su
funcionamiento. En este sentido, los sistemas operativos libres no son una categoría marginal
dentro del universo informático, sino que han ganado una participación relevante en el mercado
tecnológico, particularmente en entornos institucionales, educativos y de investigación (Torres,
2010).
Aunque los sistemas operativos libres generalmente se distribuyen sin costo, esto no
significa que estén exentos de valor económico. Existen distribuciones de GNU/Linux que, pese
a ser gratuitas en esencia, pueden incluir costos relacionados con su distribución física, el soporte
técnico, o la personalización del sistema. Según lo establece López (2010), los distribuidores de
software libre tienen la posibilidad de cobrar por estas versiones modificadas o empaquetadas,
siempre que respeten las condiciones de la licencia GNU GPL. Esto quiere decir que, aunque se
comercialicen, deben mantener las libertades fundamentales: permitir la instalación sin
restricciones, la modificación del código y la redistribución del producto. Así, un usuario que
adquiere una distribución de GNU/Linux tiene el derecho legal y ético de copiarla y compartirla
con otras personas, sin incurrir en ninguna ilegalidad.
Estas distinciones entre las formas de distribución de los sistemas operativos reflejan
claramente la ideología subyacente de cada modelo. Mientras que los sistemas privativos
restringen el acceso, condicionan el uso y penalizan la modificación o redistribución del software,
los sistemas operativos libres fomentan la colaboración, el aprendizaje colectivo y la autonomía
tecnológica. El valor de estos sistemas no radica en su gratuidad, sino en la libertad que brindan
para ser entendidos, adaptados y utilizados con fines diversos (López, 2010).
En consecuencia, se debe aclarar una noción que a menudo se malinterpreta: los
sistemas operativos libres no son, en todos los casos, sinónimo de software gratuito. Aunque su
descarga e instalación no supongan un gasto directo, el acceso a servicios complementarios
como soporte técnico, mantenimiento, formación o adaptación especializada puede implicar un
costo. Esta concepción introduce una distinción relevante: el sistema operativo libre es libre en
tanto garantiza derechos fundamentales sobre su uso y modificación, pero puede tener un valor
económico en función de los servicios que se soliciten en torno a él (Free Software Foundation
Europe, 2010).
De este modo, el sistema operativo libre se presenta como una solución flexible y
funcional. Puede ser instalado sin restricciones en múltiples equipos y adaptado a contextos
específicos, pero cuando se requiere asistencia profesional para resolver problemas técnicos,
implementar funciones personalizadas o mantener sistemas a gran escala, es razonable que
existan costos asociados. Esta lógica no contradice los principios del software libre, sino que
permite que quienes prestan servicios relacionados con estos sistemas puedan también generar
ingresos, sin comprometer la libertad de los usuarios finales (Stallman, 2015).
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En el ámbito educativo, esta filosofía cobra una relevancia aún mayor. Las instituciones
pueden beneficiarse de sistemas operativos libres no solo por su bajo costo, sino por la
posibilidad de adaptar el software a sus necesidades curriculares, fomentar una cultura de
aprendizaje colaborativo, y ofrecer a los estudiantes un entorno de trabajo que estimule la
exploración tecnológica y el pensamiento crítico. Así, los sistemas operativos libres no solo se
consolidan como una opción técnica viable, sino también como una alternativa pedagógica y
ética en la construcción de una ciudadanía digital autónoma y participativa (García-Peñalvo &
Vázquez-Ingelmo, 2020).
2.2. LOS SISTEMAS OPERATIVOS PRIVATIVOS
Los sistemas operativos privativos responden a una gica distinta a la que rige a los
sistemas operativos libres, ya que se basan en una estructura cerrada, controlada por sus
desarrolladores o empresas propietarias. A diferencia de los sistemas libres, cuya filosofía se
centra en el acceso abierto al conocimiento y la posibilidad de modificar el código fuente, los
sistemas privativos restringen estas libertades y condicionan el uso del software a la aceptación
de licencias estrictas. Su uso implica un costo económico que no solo cubre el acceso al sistema
operativo en sí, sino que también se extiende al uso de aplicaciones adicionales, actualizaciones,
paquetes de seguridad y soporte técnico. Además, al tratarse de software de código cerrado,
cualquier intento de modificación o personalización por parte del usuario puede ser considerado
una violación legal, sancionada por las leyes de propiedad intelectual (Pérez, 2017).
Esta dinámica no es casual ni arbitraria, sino que responde a un modelo de negocio
sustentado en el control exclusivo del producto por parte de sus creadores. Los sistemas
operativos privativos se desarrollan y distribuyen bajo una lógica de monopolización, en la que el
proveedor mantiene el dominio absoluto sobre el software, su distribución y su uso. Este modelo
obliga al usuario a depender directamente del desarrollador o la empresa propietaria para realizar
cualquier ajuste, mejora o personalización del sistema. Es precisamente esta dependencia la que
sostiene su éxito comercial, ya que asegura ingresos continuos a través de licencias,
renovaciones y servicios asociados (Bustamante, 2015).
Uno de los ejemplos más emblemáticos de esta gica de monopolio tecnológico es el
sistema operativo Windows. Este sistema, desarrollado por Microsoft, se ha consolidado como
el referente principal del software privativo a nivel global. Según López (2010), Windows
representa la ideología hegemónica, el éxito de una transnacional en el contexto capitalista, una
empresa que genera su propio sistema de producción al reproducir necesidades y dependencias
en los usuarios que abren el mercado a otras empresas aliadas. Esta afirmación evidencia cómo
Windows no solo ofrece un producto, sino que también establece un ecosistema completo de
consumo, en el cual el usuario no solo compra el sistema operativo, sino también el conjunto de
herramientas, programas y servicios que funcionan exclusivamente dentro de ese entorno.
La hegemonía de los sistemas operativos privativos, como Windows, permite entender el
tipo de control que estos ejercen sobre el mercado tecnológico. Se trata de sistemas que no solo
tienen un valor de adquisición, sino que también imponen condiciones restrictivas sobre su uso.
El hecho de que el código fuente no esté disponible impide al usuario modificar el programa
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según sus necesidades o incluso conocer su funcionamiento interno. Esto conlleva una clara
dependencia tecnológica, donde las decisiones y actualizaciones quedan completamente en
manos del proveedor, limitando la autonomía de quienes lo utilizan (López, 2010).
No obstante, esta situación no debe interpretarse como una desventaja absoluta o como
un obstáculo infranqueable para el usuario común. Los sistemas operativos privativos han
logrado establecer estándares de estabilidad, compatibilidad y soporte técnico que les han
permitido consolidarse como soluciones confiables en diversos ámbitos, desde el uso doméstico
hasta aplicaciones empresariales. Sin embargo, es innegable que esta consolidación se
encuentra alineada con los intereses del modelo económico capitalista, el cual privilegia la
acumulación de capital, la concentración del conocimiento y el control sobre los procesos
productivos digitales (Bustamante, 2015).
En este contexto, es importante comprender que la base ideológica de los sistemas
operativos privativos no reside únicamente en la restricción del código fuente. Su esencia se
vincula estrechamente con el paradigma del capitalismo global, donde el conocimiento se
convierte en mercancía, y la innovación está al servicio de la rentabilidad económica. Los
sistemas operativos privativos forman parte de este engranaje, en el cual cada componente
desde el software hasta las licencias y los dispositivos compatibles se encuentra
cuidadosamente regulado para maximizar las ganancias y mantener una posición dominante en
el mercado (Bustamante, 2015).
Un aspecto clave que refuerza esta hegemonía es el respaldo legal que ampara a los
desarrolladores de software privativo. Los marcos jurídicos nacionales e internacionales han sido
diseñados para proteger los derechos de autor y sancionar cualquier intento de vulneración a las
licencias o al uso indebido del código. En otras palabras, la legalidad misma se convierte en un
instrumento para preservar la exclusividad del producto y garantizar la continuidad del modelo
comercial. Por esta razón, cualquier intento de copiar, modificar o redistribuir un sistema
operativo privativo sin autorización expresa constituye una infracción legal, con consecuencias
que pueden ser severas para el infractor (Pérez, 2017).
Desde esta perspectiva, los sistemas operativos privativos no solo representan una
opción cnica o funcional, sino también un modelo político y económico de apropiación del
conocimiento. Su diseño, distribución y control responden a intereses corporativos que buscan
perpetuar una relación de dependencia entre el usuario y el proveedor. A diferencia del software
libre, que promueve la soberanía tecnológica y el empoderamiento del usuario, el software
privativo impone límites que condicionan el acceso, el uso y la transformación del conocimiento
digital (Pérez, 2017).
Por lo tanto, el análisis de los sistemas operativos privativos exige una mirada crítica que
no se limite a evaluar sus prestaciones técnicas, sino que también considere sus implicaciones
éticas, económicas y sociales. Si bien ofrecen soluciones eficientes y ampliamente compatibles,
su estructura cerrada limita el potencial creativo y autónomo del usuario. En consecuencia,
comprender la lógica de funcionamiento de estos sistemas resulta esencial para tomar decisiones
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informadas sobre su adopción, especialmente en contextos educativos, institucionales o
comunitarios donde la democratización del conocimiento debe ser una prioridad.
2.3. COMPARACIÓN ENTRE LOS SISTEMAS OPERATIVOS LIBRES Y LOS
SISTEMAS OPERATIVOS PRIVATIVOS.
Los sistemas operativos privativos y los sistemas operativos libres, son contrapuestos en
algunos aspectos que a continuación se van a plantear en un cuadro comparativo.
Tabla 1.
Comparacion entre el software libre y el software privativo
Sistema operativo libre
Sistema operativo privativo
Garantiza las libertades a los usuarios para
que puedan modificarlo y acoplarlo a sus
necesidades.
Tiene licencias y restricciones que
imposibilitan su modificación. En caso de
requerirlo se debe contactar con el propietario.
El código fuente es de acceso libre y tiene la
libertad para que pueda ser modificado.
El código fuente es cerrado y no puede ser
modificado por ninguna manera. En este caso
ni si quiera puede ser observado por el
usuario.
No tienen licencias, pero en el caso de ser
modificado el sistema operativo, se debe
mantener la libertad para ser distribuido de
manera gratuita.
El sistema operativo que se adquirió tiene una
licencia y suscripción única, por lo tanto, no
puede ser compartida con nadie más.
Al momento de la distribución no se cobra
ningún valor, aunque luego si puede haber un
valor al momento de pedir soporte técnico.
Tiene un valor al momento de ser distribuido y
cada actualización tiene un valor que debe ser
acreditado para su efecto.
No se establece derechos de autor, pero si
tiene la condición de que si se modifica se
debe comunicar y además de no cobrar por su
distribución.
Está protegido por leyes de derechos de autor,
que son creadas por los Estados.
Nota. Elaboración propia.
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Con base a las comparaciones realizadas, se puede tener un panorama más claro, en lo
que respecta a las características de cada sistema operativo. Al parecer cada uno tiene sus
ventajas y desventajas, pero esto se lo visualiza de forma general, ya que los usuarios son los
que tienen la potestad de elegir el que más se acople a sus necesidades. Queda claro que hay
una gran diferencia entre los sistemas operativos libres y los sistemas operativos privativos, aun
así, se debe considerar que la disparidad se basa desde una ideología propia, mientras que uno
permite su modificación y distribución gratuita (sistemas operativos libres), el otro opta por
impedir su modificación y establece licencias pagadas para su uso (sistemas operativos
pagados). En todo caso la posición y predisposición de usuario determina el uso de uno u otro,
sin que esto signifique la superioridad o inferioridad en los dos.
2.4. APLICACIÓN DE LOS SISTEMAS OPERATIVOS LIBRES Y LOS SISTEMAS
OPERATIVOS PRIVATIVOS
Para abordar adecuadamente la aplicación de los sistemas operativos libres y privativos
en contextos educativos, es fundamental considerar el marco normativo vigente dentro del
sistema educativo ecuatoriano. En este sentido, el Ministerio de Educación del Ecuador ha
establecido lineamientos específicos respecto al uso de ambos tipos de sistemas operativos
dentro de las instituciones educativas. A través de un acuerdo ministerial, se determina que los
equipos tecnológicos destinados al ámbito escolar deben contar con la capacidad de ejecutar
múltiples sistemas operativos, garantizando el acceso tanto a software libre como a software
propietario. En este documento se establece que la instalación y configuración debe permitir el
acceso operativo con el cual se va a trabajar. El equipo debe contar con una configuración que
permita arrancar varios sistemas operativos, tanto de software libre como de software propietario.
En ambos casos se instalará versiones estables del producto disponible en el mercado y que se
encuentre normado por el Ministerio de Educación (Ministerio de Educación del Ecuador, 2012).
Esta disposición permite una apertura tecnológica que busca responder a las múltiples
necesidades del entorno educativo contemporáneo.
A partir de esta directriz, se abre la posibilidad de implementar diversas versiones y tipos
de sistemas operativos en el ámbito escolar, permitiendo una mayor flexibilidad y adaptabilidad.
De acuerdo con los datos de Market Share, existen tres sistemas operativos ampliamente
utilizados a nivel mundial: Windows®, desarrollado por Microsoft Corp.; Mac OS®, creado por
Apple Inc.; y las distintas distribuciones de GNU/Linux®, generadas por diversas comunidades y
empresas de desarrollo sobre la base del kernel Linux®. Estos sistemas operativos poseen
características distintivas, tanto desde el punto de vista funcional como estético, que los hacen
únicos, aunque en algunos aspectos puedan presentar similitudes. A pesar de que Windows®
mantiene una posición dominante en el mercado, con un 92.77% de participación según cifras
de 2009, Mac OS® y las distribuciones GNU/Linux® continúan ganando terreno como
alternativas sólidas y viables (López, 2010).
Este panorama refleja la diversidad existente en cuanto a sistemas operativos
disponibles, lo que implica que las instituciones educativas no deben limitarse a trabajar con una
única opción. La existencia de ltiples programas y aplicaciones que son compatibles
exclusivamente con determinados sistemas operativos justifica la necesidad de mantener
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abiertas todas las posibilidades. Restringir el acceso a un solo tipo de sistema operativo no solo
representa una limitación técnica, sino que también puede afectar directamente la calidad del
proceso educativo. Esto se debe a que la enseñanza moderna requiere herramientas
tecnológicas variadas, que permitan adaptarse a distintas necesidades pedagógicas, curriculares
y metodológicas. Limitar el uso de un sistema operativo determinado significaría, en muchos
casos, restringir el acceso a contenidos o recursos valiosos, afectando la equidad en el
aprendizaje y el desarrollo de competencias digitales (López, 2010).
En este contexto, el uso educativo de las nuevas tecnologías debe promover una visión
más amplia, que permita a los docentes y estudiantes desarrollar habilidades reflexivas y críticas
sobre las herramientas digitales que emplean. En palabras de García-Peñalvo & Vázquez-
Ingelmo (2020) se debe ir descubriendo en la experiencia del uso reflexivo de las NTIC’s la
enseñanza en el cambio de mentalidad, en el cambio de paradigma, en un giro copernicano, en
la forma de ver, entender y hacer educación a través del uso de las NTIC’s, mirándolas a ellas
como una aliada más que como una amenaza contra nuestro quehacer educativo, en otras
palabras, es ir acercándose a una suerte de esquema o estructura de pensamiento nuevo en la
forma de entregar los contenidos, forma que por ahora no coincide con el tipo y la forma de
conocimiento que pueden producir un uso adecuado e intencionado de las NTIC’s. Este
planteamiento propone un cambio profundo en la forma de comprender la educación mediada
por tecnología, promoviendo una transición desde el uso pasivo hacia una apropiación crítica,
creativa y propositiva de las herramientas digitales.
En este sentido, la elección entre sistemas operativos libres o privativos no debe basarse
únicamente en criterios cnicos o económicos, sino que debe formar parte de una estrategia
pedagógica integral. Esto implica educar a los estudiantes no solo en el manejo funcional de los
sistemas operativos, sino también en la comprensión de sus implicaciones éticas, sociales y
legales. A través de esta formación, los estudiantes estarán en condiciones de tomar decisiones
informadas, desarrollando una conciencia digital que les permita optar, de forma libre y
responsable, por el sistema operativo que mejor se adapte a sus necesidades y principios.
Por lo tanto, es fundamental que las instituciones educativas adopten una perspectiva
plural e inclusiva en el uso de los sistemas operativos. Esta apertura no solo enriquece el proceso
de enseñanza-aprendizaje, sino que también fortalece la autonomía de los futuros ciudadanos
digitales, quienes deberán enfrentarse a una realidad tecnológica en constante transformación.
Promover el acceso equitativo a diversos sistemas operativos, así como fomentar el pensamiento
crítico frente a sus usos y limitaciones, es una forma efectiva de preparar a los estudiantes para
los desafíos del siglo XXI, donde el conocimiento digital constituye una herramienta clave para la
participación activa y consciente en la sociedad.
Septiembrediciembre 2022
Vol. 1, No. 3, 85-97
DOI: https://doi.org/10.69516/skn1jp54
Revista Científica Multidisciplinaria Ogma / Septiembrediciembre 2022 / Vol. 1, No. 3, 85-97
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Figura 2.
Aplicaciones y programas de sistemas operativos libres y sistemas operativos pagados.
Nota. Tomado de Benítez (2012)
Las aplicaciones y programas que se clasifican en la figura 1, son de sistemas operativos
libres y de sistemas operativos privativos. La finalidad de esta presentación es dar a conocer que
existen varias opciones para ser aplicadas en la educación, es decir, no solo se debe centrar en
el uso de sistemas operativos libres o el uso de sistemas operativos privativos, sino que debe ser
un proceso que, a más de fortalecer el proceso de enseñanza y aprendizaje, permita a cada
estudiante desarrollar la capacidad para discernir al momento de hacer uso de un sistema
operativo.
3. CONCLUSIONES
En concordancia con el objetivo general de este estudio analizar las características,
diferencias y aplicaciones de los sistemas operativos libres y privativos con el fin de determinar
su utilidad y pertinencia en el ámbito educativo, se puede concluir que el ecosistema
tecnológico actual ofrece una diversidad considerable de sistemas operativos, cada uno con
particularidades técnicas, filosóficas y funcionales. Tanto los sistemas operativos libres como los
privativos representan alternativas válidas en contextos educativos, siempre que su
implementación responda a objetivos pedagógicos claros y a las necesidades reales del entorno
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en el que se aplican. La elección entre uno y otro no debe guiarse por preferencias ideológicas
o limitaciones administrativas, sino por la funcionalidad, accesibilidad y capacidad de enriquecer
el proceso de enseñanza-aprendizaje.
En el ámbito educativo, la utilidad de los sistemas operativos sean libres o privativos
se manifiesta en la posibilidad de diversificar las herramientas de aprendizaje, desarrollar
habilidades digitales y preparar a los estudiantes para entornos laborales y sociales cada vez
más tecnológicos. La inclusión de distintos sistemas operativos en las aulas permite que los
estudiantes exploren y comprendan la lógica de diferentes plataformas, fomentando una actitud
crítica, flexible y resolutiva frente a los desafíos tecnológicos. Esta apertura contribuye no solo al
desarrollo de competencias técnicas, sino también a la formación de ciudadanos digitales
capaces de adaptarse a distintos entornos tecnológicos con autonomía y criterio.
Sin embargo, uno de los obstáculos que persiste en este proceso es la limitada
capacitación de muchos docentes en el uso de diversos sistemas operativos. Cuando los
educadores restringen su práctica a una sola plataforma, esta limitación se transfiere a los
estudiantes, reduciendo sus posibilidades de conocer, explorar y dominar otras alternativas
tecnológicas. El desafío, por tanto, no radica en imponer un sistema operativo sobre otro, sino
en ampliar el panorama educativo mediante la inclusión de múltiples opciones tecnológicas que
permitan a los aprendientes experimentar, comparar y desarrollar criterios propios. Esta
diversidad es fundamental para fortalecer procesos educativos innovadores y ajustados a las
exigencias del siglo XXI.
Es esencial tener presente que los estudiantes actuales, especialmente los denominados
nativos digitales, están inmersos en un entorno tecnológico que evoluciona con rapidez. Estos
jóvenes manifiestan una fuerte predisposición hacia la exploración, el aprendizaje autodirigido y
el uso intensivo de herramientas digitales. Limitar su experiencia a un único tipo de sistema
operativo equivale a restringir su potencial de aprendizaje y creatividad. Por el contrario,
promover un enfoque que valore tanto los sistemas operativos libres como los privativos permite
aprovechar al máximo las capacidades de los estudiantes y desarrollar en ellos una conciencia
tecnológica crítica y responsable. A través de la práctica constante, la interacción con distintos
entornos y la solución de problemas reales, los estudiantes pueden alcanzar un dominio técnico
que les permita incluso modificar, adaptar o crear soluciones personalizadas en cualquiera de
estos sistemas, siempre y cuando el sistema educativo respalde esta visión.
Finalmente, es necesario reafirmar que este artículo no pretende establecer jerarquías
entre sistemas operativos libres y privativos, ni posicionar uno como superior al otro. La intención
ha sido evidenciar que ambos modelos poseen fortalezas y limitaciones, y que su verdadera
utilidad se manifiesta en función de los objetivos educativos que se persigan. Por esta razón, no
se ha centrado la discusión en un sistema operativo o software específico, sino en la reflexión
crítica sobre su aplicación pedagógica. En definitiva, lo que otorga valor a un sistema operativo
en el ámbito educativo no es su condición de libre o privativo, sino su capacidad para responder
a necesidades concretas de aprendizaje, contribuir al desarrollo de competencias digitales y
fomentar la autonomía tecnológica de los estudiantes. La clave está en investigar, experimentar
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y seleccionar de manera consciente la herramienta que mejor se adapte a los fines educativos,
promoviendo así una educación más inclusiva, diversa y preparada para los retos del futuro.
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