Con respecto a lo mencionado, el ABT ha resultado ser una metodología positiva en
estudios relacionados con la adquisición de un segundo idioma, pues al ser eminentemente
comunicativo, facilita el desarrollo de habilidades comunicativas y lingüísticas; a su vez se
convierte en una metodología activa en la que el estudiante es el centro del proceso de
enseñanza- aprendizaje (Gil, 2019; Prša, 2019).
El Ministerio de Educación del Ecuador (2021) estipula que uno de los principales
objetivos del área del Lengua y Literatura es hacer que los estudiantes se conviertan en usuarios
competentes de su lengua materna, es decir, que desarrollen las competencias lingüísticas
necesarias que les permitan expresarse de manera correcta, tanto oral como de forma escrita,
por lo que es necesario que los aprendizajes sean llevados al contexto real del estudiante, para
que de una u otra manera vivencie los mismos y los pueda asimilar desde la experiencia.
Argumentar para muchos puede significar responder de forma oral ante algún supuesto,
pero, entendido desde el punto de Weston (2001) argumentar es presentar razones que apoyen
o defienden una opinión o una conclusión, con la finalidad de persuadir, convencer y disuadir al
oyente o receptor. Dichas razones implican la reflexión crítica no sólo del receptor sino también
del emisor, pues el argumento genera un diálogo que permite conocer el punto de visto de otros
frente a un tema, y tomar una postura propia sobre ello.
La argumentación no es una capacidad que esté ligada únicamente al contexto escolar,
pues en la vida cotidiana la tenemos presente y la practicamos, ya sea cuando un adulto va al
mercado e intenta regatear o cuando un niño intenta convencer a sus padres para conseguir
algo. A pesar de la importancia de estas habilidades, Perelman (2001) considera que la
competencia argumentativa no tiene el debido espacio dentro de las aulas, pues se ha relegado
a la parte teórica o a la simple escritura de un texto sin fines prácticos.
Como se menciona en párrafos anteriores, desde el currículo surge la necesidad de que
los aprendizajes sean más vivenciales, por ello la importancia de utilizar una metodología que
permita poner en práctica, desde espacios comunicativos, las habilidades que se desarrollan con
el texto argumentativo. La metodología que se considera la más apta para esta propuesta es el
ABT, que permite la participación activa de los estudiantes en situaciones comunicativas reales
dentro del aula, para luego ponerlo en práctica fuera de ella (Aguilera et al., 2021).
Esta metodología ha sido efectiva en desarrollo de habilidades comunicativas dentro de
la enseñanza de diversos idiomas, pues permite mejorar la interacción entre docentes y
estudiantes, fomentar la autonomía, aplicar los aprendido en diversos ámbitos y actos
comunicativos, etc. (Jerez y Garófalo, 2012; Marín, 2019; Bravo et al., 2020). De esta manera se
favorece al uso competente de la lengua materna y al desarrollo de diversas habilidades
lingüísticas. De allí, el área de Lengua y Literatura se convierte una asignatura que busca formar
estudiantes racionales, críticos y reflexivos, capaces de trabajar en equipo y de forma individual,
de investigar y expresarse de acuerdo a las problemáticas actuales.
En efecto, por mucho tiempo se ha enfocado la enseñanza de la lengua en las habilidades
de leer, escribir, hablar y escuchar. Tradicionalmente, dichas habilidades han sido abordadas de
manera aislada, dejando de lado la habilidad argumentativa que ha sido relegada o poco