Eneroabril 2024
Vol. 3, No. 1, 64-78
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Revista Científica Multidisciplinaria Ogma / Eneroabril 2024 / Vol. 3, No. 1, 64-78
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Neurodesarrollo y adhesión de competencias emocionales, sociales y
comunicativas en la infancia y niñez temprana
Neurodevelopment and adhesion of emotional, social and communicative competencies
in infancy and early childhood
Silva Rodríguez, Jesenia Carolina
1
https://orcid.org/0000-0002-9347-8497
jcsilvar@pucesd.edu.ec
Pontifica Universidad Católica del
Ecuador
Ecuador
Estrada López, Cristin Adriana
3
https://orcid.org/0009-0003-4734-
2008
adri13e@hotmail.com
Unidad Educativa Dae Jung Kim
Ecuador
Cusme Vera, Ramona Johana
2
https://orcid.org/0009-0003-6707-205X
johana_cusmev@yahoo.com
Unidad Educativa Vivian Luzuriaga
Vásquez Ecuador
Estrada López, Michelle Jaqueline
4
https://orcid.org/0009-0001-7061-8637
mishey1_@hotmail.com
Unidad educativa Víctor Emilio Estrada
Ecuador
1
Autor de correspondencia.
Recibido: 2023-11-15 / Revisado: 2023-11-22 / Aceptado: 2023-12-19 / Publicado: 2024-01-31
Forma sugerida de citar: Silva, J. C., Cusme, R. J., Estrada, C. A. y Estrada, M. J. (2024). Neurodesarrollo y adhesión
de competencias emocionales, sociales y comunicativas en la infancia y niñez temprana. Revista Científica
Multidisciplinaria OGMA, 3(1), 64-78. https://doi.org/10.69516/63jy6g30
Resumen:
El ensayo profundizó en el impacto de la neurociencia en la
educación infantil, resaltando la influencia del desarrollo
emocional y cognitivo en el proceso de aprendizaje. El
objetivo es analizar la importancia del neurodesarrollo y la
adhesión de estas competencias en los primeros años de vida
Se abordaron las diversas etapas del desarrollo humano,
desde la infancia hasta la adultez temprana, destacando
cómo estas etapas influyen en la adquisición de
competencias. Se enfatizó la importancia de fomentar
competencias emocionales y sociales en los niños, y se
propusieron estrategias didácticas como la zona de desarrollo
próximo y el andamiaje para lograrlo. Asimismo, se subrayó
el papel crucial de la mediación docente en las actividades en
el aula para crear un ambiente de aprendizaje colaborativo.
En síntesis, el ensayo argumentó que integrar el
conocimiento de la neurociencia y las emociones en la
práctica educativa es fundamental para potenciar el
desarrollo integral de los niños, preparándolos para enfrentar
los desafíos de la vida.
Palabras clave: Educación; Docencia; Práctica pedagógica;
Competencias para la vida.
Abstract:
The essay delved into the impact of neuroscience in early
childhood education, highlighting the influence of emotional
and cognitive development in the learning process. The
objective is to analyze the importance of neurodevelopment
and the attachment of these competencies in the first years of
life The various stages of human development, from infancy
to early adulthood, were addressed, highlighting how these
stages influence the acquisition of competencies. The
importance of fostering emotional and social competencies in
children was emphasized, and didactic strategies such as the
zone of proximal development and scaffolding were proposed
to achieve this. The crucial role of teacher mediation in
classroom activities to create a collaborative learning
environment was also underlined. In summary, the essay
argued that integrating knowledge of neuroscience and
emotions in educational practice is fundamental to enhance
the integral development of children, preparing them to face
the challenges of life.
Keywords: Education; Teaching; Pedagogical practice; Life
skills.
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1. INTRODUCCIÓN
El neurodesarrollo infantil se desarrolló como una extensión de la neurociencia para
adultos y experimentó un auge a finales de los años 80. Hasta entonces, su estudio no parecía
tan relevante ni imprescindible para el proceso de aprendizaje. Sin embargo, en la actualidad,
esta percepción ha cambiado radicalmente. Existe un esfuerzo por mejorar las prácticas
docentes mediante la integración de herramientas basadas en la neurociencia en la educación,
ya que es ampliamente aceptado que un cerebro emocionalmente equilibrado es más receptivo
al aprendizaje.
El neurodesarrollo se preocupa del desarrollo de tres dimensiones: (a) neurológica, que
evalua los procesos madurativos cerebrales; (b) cognitiva, que se encarga de la atención,
memoria, pensamiento, percepción y funciones ejecutivas; (c) psicosocial que se encarga de la
interacción en diversos contextos. Según, Rosselli y Ardilla (2019) mencionan que el niño posee
un cerebro en desarrollo, y en consecuencia, se encuentra en un estadio de adquisición de
conocimientos y habilidades (p.9). Este estadio se considera ideal y óptimo para desarrollar
competencias necesarias para desenvolverse a lo largo de la vida, ya que el crecimiento es un
proceso continuo que ocurre durante toda la existencia. Cada fase está marcada por lo
acontecido anteriormente y moldeará lo que está por venir.
En efecto, la infancia y la niñez temprana son etapas fundamentales en el
neurodesarrollo, donde se establecen las bases para el aprendizaje, el comportamiento y la salud
emocional de las personas. En este periodo crítico, no solo se configuran aspectos cognitivos y
motores, sino que también se adquieren competencias emocionales, sociales y comunicativas
esenciales para la interacción humana. El presente ensayo tiene como objetivo analizar la
importancia del neurodesarrollo y la adhesión de estas competencias en los primeros años de
vida, considerando cómo cada uno de estos elementos contribuye a la formación de individuos
capaces de navegar en un mundo cada vez más complejo y globalizado.
En un contexto marcado por cambios sociales y tecnológicos acelerados, entender el
neurodesarrollo y su impacto en la adquisición de competencias emocionales, sociales y
comunicativas se convierte en una prioridad para padres, educadores y responsables de políticas
públicas. Esta investigación se propone explorar las interacciones entre los factores biológicos
inherentes al neurodesarrollo y el entorno, destacando la relevancia de experiencias
enriquecedoras durante la infancia y la niñez temprana. A través de un enfoque multidisciplinario,
se analizarán argumentos provenientes de la literatura académica que ofrecen luz sobre estas
competencias y su importancia para el bienestar general y el éxito en la vida adulta.
El sentido de este trabajo es proporcionar un panorama amplio y detallado sobre el
neurodesarrollo y la adhesión de competencias emocionales, sociales y comunicativas en la
infancia y niñez temprana, subrayando estrategias efectivas y prácticas basadas en evidencia
para fomentar un desarrollo saludable. Al hacerlo, este estudio busca contribuir al debate
académico y a la creación de políticas que promuevan entornos que respalden el óptimo
desarrollo de los niños, reconociendo la complejidad y la interdependencia de los factores que
intervienen en este proceso vital.
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2. DESARROLLO
2.1. Cerebro y desarrollo humano
Es fundamental comprender cómo aprenden los niños. Por otra parte, se debe tener en
cuenta el estudio de las funciones ejecutivas como la atención y la memoria. Un entendimiento
de la fisiología del comportamiento será esencial para adaptar estrategias que ayuden a
desarrollar competencias, y en algunos casos, habilidades más específicas. Romero et al. (2017)
aseguran que, mejorar las funciones ejecutivas en las primeras etapas es muy importante porque
los problemas en el funcionamiento ejecutivo, en la etapa preescolar, predicen los logros
cognitivos en etapas posteriores y tienen un papel central en la preparación escolar y en la
adquisición de las primeras habilidades académicas (p.253). Durante la etapa escolar, es
importante que el niño pueda controlar su comportamiento según las actividades propuestas por
el maestro, manteniendo un nivel de motivación y atención adecuado para un rendimiento óptimo.
El niño debe haber adquirido una serie de competencias sociales, que le permitan interaccionar
consus pares, ajustando su comportamiento al conjunto de reglas del sistema escolar (Stelzer
et al. 2011, p.98). Las alteraciones de las funciones ejecutivas significan exponer a los
estudiantes a baja motivación, baja relación social e inclusive deserción escolar.
La educación primaria es un proceso continuo de interacciones sociales de calidad, que
permite a los niños desarrollar sus capacidades y adquirir competencias para un desarrollo pleno
como seres humanos. Requiere un cuidado adecuado y un acompañamiento por parte de los
adultos, favoreciendo su crecimiento en ambientes sociales saludables y seguros. Para mejorar
la calidad de la educación hay que entender cómo los niños entrelazan sus emociones, cómo
evolucionan en su forma de pensar y cómo las emociones pueden afectar este proceso en el
contexto educativo. Papalia, Feldman y Martorell (2012) aseguran que los avances y retrocesos
cognoscitivos del desarrollo humano tienen una relación estrecha con factores emocionales y
sociales (p. 6). De un modo simplificado para su rápida comprensión, las etapas de desarrollo
humano serán clasificadas en: cognitivas y sociales. Durante la infancia, que abarca desde el
nacimiento hasta los tres os, los niños y niñas muestran capacidades cognitivas y sociales
sorprendentes. Pueden aprender y recordar eventos de manera temporal, resolver problemas y
experimentar un rápido desarrollo del lenguaje y su comprensión. Además, muestran un
creciente interés por las demás personas.
En la niñez temprana, de tres a seis años, comienzan a comprender el punto de vista de
los demás. Su lenguaje y memoria se fortalecen, y es común que empiecen su experiencia
escolar. Durante esta etapa, los niños desarrollan ideas más lógicas sobre el mundo que les
rodea, suelen ser altruistas, imaginativos y empiezan a relacionarse más con sus pares,
otorgándoles mayor importancia. Durante la niñez media, que abarca de los seis a los once años,
los niños comienzan a pensar de manera más lógica y sus habilidades en el lenguaje y la
memoria aumentan rápidamente. A nivel social, sus compañeros adquieren una gran
importancia, especialmente si se han desarrollado adecuadamente las competencias en las
etapas previamente mencionadas. Las mismas que se espera sean permanentes, considerando
las diferencias individuales personales, en etapas más avanzadas como: adolescencia (11 a 20
años) y adultez temprana (20 a 40 años).
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2.2. ¿Qué son las competencias?
La noción de competencia se refiere a capacidades generales que posibilitan los
haceres, saberes y el poder hacer, que los niños manifiestan a lo largo de su desarrollo (Navarro,
et al, 2019, p.17) Es decir, enseñar a ser competente significa lograr que los niños puedan
dominar no sólo las formas de auto aprendizaje permanente, sino también el desarrollo del
pensamiento independiente.
La educación contemporánea enfrenta el reto de formar individuos capaces de adaptarse
a un entorno globalizado y en constante cambio, donde el desarrollo de competencias se
convierte en el eje central de los procesos educativos. Las competencias, entendidas como la
integración de habilidades, conocimientos y actitudes que permiten a las personas actuar de
manera efectiva en situaciones diversas, se presentan como una respuesta a las exigencias del
mercado laboral y la sociedad en general. Este enfoque competencial busca no solo la
adquisición de conocimientos, sino también el desarrollo de habilidades para aplicarlos de
manera práctica, fomentando así la capacidad de aprendizaje continuo, la innovación y la
adaptabilidad (Guevara, 2009).
En el ámbito educativo, la implementación de un enfoque basado en competencias
implica una transformación curricular que integra tanto las competencias específicas de cada
disciplina como las competencias transversales, estas últimas relevantes en múltiples contextos
y situaciones (Martínez y González et al., 2019). La importancia de las competencias
transversales, como el trabajo en equipo, la comunicación efectiva, el pensamiento crítico y la
resolución de problemas, radica en su capacidad para preparar a los estudiantes para enfrentar
los desafíos de una sociedad compleja y en constante evolución (Martínez y González, 2019).
La formación basada en competencias fomenta una educación integral, donde el
estudiante es el centro del proceso de aprendizaje, promoviendo así su autonomía y
responsabilidad en su formación. Esta perspectiva educativa impulsa la colaboración, la
transferibilidad de habilidades a diferentes contextos y una evaluación formativa que se enfoca
en el progreso y desarrollo continuo del estudiante (Riera et al., 2023). Además, el enfoque por
competencias destaca la relevancia de la formación humanística, fundamentada en valores, que
contribuye al desarrollo de habilidades personales y sociales necesarias para una participación
activa y responsable en la sociedad (Trottini et al., 2018).
Los desafíos globales actuales, como la digitalización y la sostenibilidad, requieren de
profesionales con una formación que integre competencias técnicas específicas y competencias
transversales, capaces de adaptarse y contribuir a la resolución de problemas complejos. En este
sentido, la educación superior juega un papel crucial al proporcionar una formación que prepare
a los estudiantes para desempeñarse con éxito en el mercado laboral y participar de manera
activa en la sociedad (Riera et al., 2023).
En conclusión, el enfoque por competencias en la educación representa una estrategia
clave para responder a las necesidades del siglo XXI, promoviendo una formación integral que
prepara a los individuos para enfrentar los retos actuales y futuros. La implementación efectiva
de este enfoque requiere de la colaboración entre educadores, instituciones educativas y
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empleadores, así como una constante revisión y actualización de los programas educativos para
asegurar su relevancia y efectividad (Riera et al., 2023).
2.3. El rol de la escuela en la construcción de competencias
La formación por competencias en el ámbito educativo ha sido objeto de profundos
debates y reflexiones, destacándose como un enfoque que busca responder a las demandas del
mundo laboral y social contemporáneo. Este enfoque implica un cambio paradigmático respecto
a la educación tradicional, orientándose hacia el desarrollo integral del estudiante, al combinar
conocimientos, habilidades, y actitudes para enfrentar desafíos profesionales complejos (López
et al., 2018). Sin embargo, este enfoque también ha sido criticado por privilegiar aspectos
utilitarios y de rendimiento en detrimento de una formación humanística y crítica (Silva y Mazuera,
2019).
Los desafíos de implementar la evaluación por competencias en la educación son
significativos, ya que requieren una reestructuración de los perfiles curriculares, adaptándolos a
las nuevas demandas laborales y sociales (Ríos y Herrera, 2017). Además, es fundamental que
los docentes comprendan y adopten este enfoque, ya que su rol es crucial para el desarrollo de
competencias en los estudiantes (Martínez-Huamán et al., 2022). En este sentido, la formación
docente debe enfocarse en preparar a los educadores no solo en el dominio de contenidos, sino
también en la capacidad de fomentar el pensamiento crítico, la creatividad y la resolución
autónoma de problemas en sus estudiantes (Villa, 2020)
Una de las críticas más recurrentes al enfoque por competencias es su tendencia a
enfocarse en el "saber hacer" en detrimento del saber ser (Silva y Mazuera, 2019). Esto ha
llevado a cuestionar si realmente se está formando a los estudiantes para ser ciudadanos críticos
y comprometidos con su entorno, o simplemente se les está preparando para ser eficientes en el
mercado laboral. En este contexto, algunos autores proponen la necesidad de integrar el enfoque
de capacidades, que se centra en el desarrollo humano y la dignidad de la persona, como
complemento al enfoque por competencias (Silva y Mazuera, 2019).
La implementación exitosa de la formación por competencias requiere un compromiso
institucional y el desarrollo de estrategias pedagógicas que permitan una evaluación integral del
desempeño estudiantil. Esto implica ir más allá de la mera adquisición de conocimientos teóricos,
para incluir el desarrollo de habilidades prácticas y la capacidad de aplicar estos conocimientos
en situaciones reales (Ramírez-Díaz, 2020), (López et al., 2018). Así, la educación basada en
competencias se presenta como una alternativa viable para formar individuos capaces de
adaptarse y contribuir de manera efectiva a los constantes cambios del mundo actual.
El enfoque por competencias representa tanto una oportunidad como un desafío para el
sistema educativo. Aunque su implementación implica superar obstáculos significativos,
especialmente en términos de evaluación y formación docente, su potencial para mejorar la
preparación de los estudiantes para los retos del siglo XXI es indiscutible. Sin embargo, es crucial
que este enfoque se aplique de manera equilibrada, integrando la formación técnica y profesional
con la educación en valores, el pensamiento crítico y la responsabilidad social, para asegurar
una formación integral que trascienda las necesidades inmediatas del mercado laboral.
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Aprender a ser competente implica, entre otras cosas, la habilidad para aplicar el
conocimiento de manera efectiva, permitiendo que el aprendiz novato se convierta en un experto.
Cassany (2021) afirma que la mejor manera de aprender a dar instrucciones es con la práctica,
en clase, reflexionando sobre los aciertos y los fracasos, siendo docente y alumno (p.34). Todo
educador debe integrar en su enfoque pedagógico situaciones desafiantes que fomenten el
autoaprendizaje continuo. Cuatro dimensiones clave del aprendizaje son: aprender a aprender,
aprender a hacer, aprender a convivir y aprender a ser. Estas habilidades no se adquieren de
forma instantánea, sino a través de procesos educativos constantes, donde la escuela
desempeña un papel crucial.
En definitiva, es esencial modificar los procesos cognitivos, ya que el conocimiento, por
más útil que sea, carece de valor si no se puede aplicar en situaciones reales. Por ejemplo, un
dico necesita ser competente no solo para diagnosticar enfermedades comunes, sino también
para manejar situaciones médicas de emergencia que requieren decisiones rápidas y precisas.
Ser competente implica desarrollar nuevas habilidades, adaptarse y encontrar formas
innovadoras de actuar en circunstancias particulares.
2.4. Estrategias didácticas para desarrollar competencias: Zona desarrollo
próximo y andamiaje
Vygotsky postuló la existencia de una zona intermedia que separa lo que los individuos
pueden lograr por mismos y lo que pueden alcanzar con la ayuda adecuada. Esta área,
denominada la zona de desarrollo próximo, destaca la importancia de conectar nuevos
conocimientos con el conocimiento previo de una persona para enseñar de manera efectiva. Para
que el mensaje o enseñanza perdure debe ser creíble, concreto, simple, inesperado y sobre todo
emocionante. Esta teoría será de gran utilidad para construir competencias específicas.
Figura 1.
Zona de desarrollo próximo.
Nota. Elaboración propia.
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El andamiaje es una estrategia educativa crucial que busca potenciar la capacidad
autorreguladora de los estudiantes. En este enfoque, el profesor asume el control de los
aspectos de una tarea que superan las capacidades actuales del alumno (López, Hederich,
2010, p.19), brindando un soporte estructurado y temporal para que puedan alcanzar metas o
realizar tareas que les resultarían difíciles de lograr por sí solos. En el contexto del desarrollo de
competencias emocionales, sociales y comunicativas, esto implica proporcionar el apoyo
necesario para que los estudiantes desarrollen estas habilidades de manera progresiva y
adecuada a su nivel de desarrollo.
2.5. Construyendo competencias emocionales
Es crucial reconocer que las emociones tienen un poderoso impacto en el pensamiento
y, en ciertos casos, pueden incluso anularlo por completo. Un sistema emocional poco
desarrollado puede obstaculizar el desarrollo de habilidades de alto nivel. Cuando disponemos
de los recursos emocionales adecuados, lo que anteriormente nos parecía amenazador podemos
terminar abordándolo como un desafío y afrontarlo con energía y hasta con entusiasmo
(Goleman, 1998, p.59), por ello, las actividades que fomentan el logro emocional requieren que
los alumnos sean capaces de mantener la motivación frente a las adversidades, tomar pausas
activas que no desemboquen en frustración y eventual abandono de la tarea, y conservar su
curiosidad para completar la tarea con éxito. La incorporación de la educación emocional en el
currículo implica un seguimiento cercano del alumno y la inclusión de contenidos transversales
que puedan integrarse en cualquier área sin necesidad de evaluación explícita.
¿Como docentes, sólo se educa para construir competencias intelectuales y, así, se
desestima la posibilidad de crear oportunidades de aprendizaje para que los niños sean hábiles
emocionalmente? La práctica de la enseñanza es en gran parte afectiva e implica una cantidad
increíble de trabajo emocional (Acedo et al. 2015, p. 552). Se invita a la reflexión acerca de qué
estrategias o recursos se necesitan para estimular valores y actitudes.
Es esencial que los educadores posean competencia emocional y la demuestren antes
de implementar actividades relacionadas. Esta competencia se refleja en mo los alumnos
perciben al docente, ya sea sintiendo admiración, juicio, crítica, apoyo o respeto por parte de él.
Estas percepciones definen la competencia emocional del profesor. Las actividades deben
fomentar la participación activa de los alumnos en clase, promover la empatía y prevenir actitudes
violentas. En cuanto al desarrollo de la competencia emocional en niños con dificultades
educativas específicas, este es crucial porque fortalece su capacidad para enfrentar diversas
situaciones, como controlar el lenguaje, pedir ayuda, sentirse bien consigo mismos y relacionarse
con sus pares. No se recomienda ejecutar pruebas de inteligencia emocional, ya que pueden
ofrecer información falsa cuando los estudiantes desean proyectar una imagen positiva de
mismos. En su lugar, resulta efectivo aplicar propuestas que fomenten la percepción, asimilación
y comprensión emocional.
Se ha organizado la información para los estudiantes de manera lógica, presentando los
conceptos en el orden necesario para comprenderlos adecuadamente, a veces, entender ciertas
cosas requiere comprender otras previamente. A estas actividades se las ha denominado como
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alfabetizar emocionalmente. Se debe estructurar la duración de las sesiones ajustándose a las
necesidades grupales y usar recursos como: el juego, cuentos que emocionan y canciones.
El desarrollo de competencias emocionales consiste en explicar de manera concisa y
comprensible el concepto de emoción a los niños, dejando en claro que los seres humanos
pueden ser influenciados por estímulos externos y que su comportamiento está determinado por
ello. Posteriormente, se elabora un pequeño diccionario de emociones que el docente ajustará a
la necesidad del grupo: alegría, angustia, miedo, ira o sorpresa, evitando clasificarlas como
"positivas" o "negativas". Diversos autores sostienen que no hay emociones negativas o
positivas, sino simplemente emociones agradables o desagradables que surgen en ciertos
estados de ánimo y que son temporales. He aquí algunos títulos de libros que aportan al equilibrio
emocional: "Vamos a cazar un oso" de Rosen y Oxenbury, “Elmer y el canguro Saltimbanqui” de
Mckee, “Mi gran amigo” Battut” y “Respira” de Castell.
Después de leer un libro sobre emociones con niños, es significativo realizar actividades
que refuercen el aprendizaje y les permitan reflexionar sobre lo que han leído, por ejemplo: iniciar
una conversación con los niños sobre las emociones que exploraron en el libro, preguntar cómo
se sintieron los personajes y si alguna vez han experimentado emociones similares, organizar
un juego de roles donde los niños actúen como los personajes del libro y representen diferentes
emociones, proporcionar materiales artísticos y pedir a los niños que creen una obra de arte que
represente una emoción específica.
Siguiendo la secuencia, es momento de abordar el dominio de los impulsos, que implica
la capacidad de gestionar las emociones y retrasar las respuestas impulsivas. Es fundamental
distinguir entre controlar los impulsos y reprimir las emociones, dado que estas últimas, al ser
reprimidas, pueden manifestarse de forma inesperada en otras actividades. ¿Cómo mejorar la
inteligencia interpersonal? con el conocimiento de las propias emociones y las ajenas. Se
recomienda ensayar el respeto por los demás para apreciar las diferencias individuales y de
grupo. A su vez dominar las habilidades sociales como saludar, escuchar, pedir un favor, pedir
disculpas, entre otras.
¿Cómo fortalecer la percepción emocional? Se presentan pictogramas que representan
diferentes emociones. Los estudiantes deben identificar y clasificar estas emociones en una
escala del 1 al 5 según su intensidad o relevancia para ellos. Además, se les pide que escriban
emociones que no hayan sido consideradas en las imágenes proporcionadas.Esta actividad tiene
varios objetivos. En primer lugar, busca que los estudiantes sean capaces de reconocer y
diferenciar distintas emociones, lo que contribuye al desarrollo de su inteligencia emocional. Al
clasificar las emociones en una escala del 1 al 5, los alumnos también pueden reflexionar sobre
la intensidad de cada emoción y cómo esta puede variar en diferentes situaciones. Además, al
pedirles que identifiquen emociones que no se han tomado en cuenta en las imágenes, se les
anima a ampliar su vocabulario emocional y a considerar que existen emociones más allá de las
básicas representadas en las imágenes. En resumen, esta actividad busca estimular la
percepción emocional de los estudiantes, promover su capacidad de identificar y expresar
emociones, así como ampliar su comprensión de la diversidad emocional.
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¿Cómo promover la comprensión emocional en los niños? Se presentan situaciones que
los niños pueden experimentar en su vida diaria. Al leer la situación, se busca estimular la
empatía y el pensamiento crítico. Por ejemplo: Sofía está en el parque jugando con su mejor
amigo cuando llega un niño nuevo y quiere unirse al juego, pero los otros niños no lo aceptan y
se burlan de él. ¿Cómo crees que se siente el niño nuevo? Opciones: A. Triste B. Enojado C.
Asustado. Explica tu respuesta.
2.6. Construyendo competencias sociales
Es fundamental que las actividades en el aula estén siempre mediadas por el docente.
¿Por qué es esto tan importante? Para ilustrarlo, consideremos un ejemplo: en una actividad
cooperativa con cuatro estudiantes (denominados A, B, C y D), el docente entrega el material de
trabajo al estudiante A. Sin embargo, los estudiantes B, C y D también desean obtener el material,
pero el estudiante A se muestra renuente a compartirlo. Tras una lucha por el material, los
estudiantes B y C logran obtenerlo, pero el estudiante D no lo consigue. En un momento de
frustración, el estudiante A arroja el material en el rostro del estudiante D, generando una
situación de conflicto y desarrollando una habilidad social negativa en lugar de fomentar la
interacción social positiva que se busca promover. Es por esto que la mediación constante del
docente es esencial para garantizar que las actividades en el aula se desarrollen de manera
adecuada y se fomente un ambiente de aprendizaje positivo y colaborativo.
Las habilidades sociales, como parte de la inteligencia interpersonal, se ponen a prueba
en la toma de decisiones y la resolución de problemas que requieren respuestas rápidas en
conjunto. Por lo tanto, fomentar estas habilidades en el ámbito educativo no solo contribuye al
desarrollo personal de los estudiantes, sino que también promueve una sociedad más
cohesionada y empática. Para desarrollar estas competencias en el aula, es crucial diseñar y
organizar actividades que sigan un esquema específico y aborden secciones bien definidas. Por
ejemplo, una actividad podría estructurarse en una sección dedicada a la construcción de
estrategias para la vida social. Dentro de esta sección, se podrían incluir temas para superar las
dificultades de comunicación e identificar tanto fortalezas como debilidades en este ámbito. Esta
estructura ayuda a los estudiantes a enfocarse en aspectos específicos de las habilidades
sociales, permitiéndoles desarrollar un conjunto de competencias más sólido y aplicable en su
vida cotidiana.
Propuesta: “Adaptación extraterrestre”.
Descripción: Esta actividad busca fomentar la empatía y el entendimiento de la diversidad
cultural. Cada estudiante recibirá una ficha que describe una situación hipotética: han llegado a
la Tierra desde un planeta lejano y para sobrevivir, necesitan adaptarse a la forma de vida
humana. Se les mostrarán imágenes de personas de diferentes nacionalidades y vestimentas, y
se les pedirá que elijan la imagen que mejor represente el entorno terrestre donde su nave
espacial ha aterrizado. Para integrarse en este nuevo medio, los estudiantes necesitarán obtener
información sobre las características de los habitantes de la Tierra. Observación: Esta actividad
está diseñada para promover la reflexión sobre la diversidad y la empatía hacia diferentes
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culturas. Sin embargo, se sugiere revisar la redacción para asegurar que se comuniquen
claramente los objetivos y las instrucciones de la actividad.
Propuesta: “Semana de la Comunicación".
Descripción: Esta actividad tiene como objetivo identificar problemas de comunicación y
fomentar la autoevaluación de las relaciones interpersonales. Los participantes trabajarán en
grupos para completar la tarea de manera colaborativa. Se formarán equipos con la misma
cantidad de integrantes. Al mismo tiempo, cada equipo se divide en subgrupos y se designará a
un mensajero que será responsable de la comunicación entre los equipos. Luego, se preparará
conjuntos de cuarenta y seis letras individuales para cada equipo, que corresponden a los siete
días de la semana. Por ejemplo; si se forman cuatro equipos, la cantidad total será: 46 x 4= 184
letras.
Figura 2.
Semana de la comunicación.
Nota. Elaboración propia.
Las letras serán mezcladas al azar y se prepararán cuatro sobres por equipo: dos con
once letras y dos con doce letras. Una vez hecho esto, se darán las instrucciones
correspondientes. Cada equipo colaborativo formará los nombres de los días de la semana,
intercambiando letras entre los subgrupos. La comunicación con otros equipos será únicamente
escrita, a través del mensajero designado. El tiempo límite para la actividad será de diez minutos.
Al finalizar, los grupos se reunirán frente a los mensajeros para compartir sus experiencias. Se
realizará un debate sobre los problemas comunicativos, la colaboración y la experiencia de pedir
y recibir ayuda oportunamente.
Se sugiere abordar también el tema de la confianza, que se define como la tranquilidad
que siente una persona cuando está junto a otra. Esto implica desarrollar la confianza en los
demás y en uno mismo. Cuando se establece una relación de confianza, las interacciones son
más productivas, se trabaja mejor en equipo y se perciben los fracasos como obstáculos
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superables. La autoestima y el autoconcepto desempeñan un papel fundamental en la identidad
de los individuos.
En un estudio realizado por Mejía y Urrea (2015), se destacó que solo un 2% de los
estudiantes tiene un vínculo de confianza con sus profesores (p.226). Esto resalta una
preocupante tendencia en la que los niños suelen confiar más en sus amigos del colegio y en
personas de su entorno cercano que en quienes tienen un papel significativo en su educación (p.
229). Es crucial abordar la construcción de la confianza desde la infancia temprana, brindando a
los niños un ambiente en el que se sientan capaces, importantes, seguros y acompañados. Entre
los aspectos a considerar se encuentran enseñarles el marco de conducta adecuado, ayudarles
a establecer objetivos, enseñarles a resolver problemas simples y fomentar un sentido de
pertenencia tanto con sus compañeros como con el docente. Se recomienda emplear actividades
lúdicas físicas que requieran apoyo mutuo como por ejemplo: “la estrella para el equilibrio”.
2.8. Construyendo competencias comunicativas
La escucha resulta mucho más persuasiva que hablar, ya que muestra respeto y
consideración hacia la otra persona (Harvard Business School, 2016). Cuando se practica una
escucha activa, se demuestra un interés genuino en lo que la otra persona tiene que decir, lo que
puede ayudar a establecer una conexión más profunda y significativa. Desarrollar competencias
comunicativas posibilita la formación de niños que sean capaces de usar la palabra de manera
efectiva, además, que sean capaces de comprender y expresarse cuando sea necesario. El
beneficio del desarrollo de competencias comunicativas implica tanto las destrezas productivas
de hablar y escribir, como las destrezas receptivas de leer y escuchar (Dominguez, 2008, p.26).
Para fortalecer el diálogo, es necesario que exista confianza personal para exponer y
defender ideas ante los demás. Así mismo, es fundamental sentir confianza en las personas más
cercanas, ya que de lo contrario se podría percibir que no vale la pena compartir ideas con los
demás. Más aún, el diálogo resulta efectivo para mejorar el pensamiento crítico y comprender el
de los demás; ayuda a elaborar proyectos, seguir normas y mejorar los resultados de los trabajos
en conjunto, siempre y cuando se sigan valores de respeto y sinceridad.
Conviene subrayar que el diálogo puede volverse negativo cuando se da en exceso o
cuando una de las personas involucradas adopta actitudes como la coacción o la insolencia. Se
sugiere que los estudiantes realicen lecturas que contribuyan a su habilidad comunicativa, como
por ejemplo: fábulas de Esopo relacionadas con la temática a tratar y La autoridad razonable
de Antoine de Saint Exupéry. Una vez finalizada la lectura, se fomenta una conversación activa
y emotiva que va más allá de una conversación tradicional. Chambers (2007) resalta la
importancia de compartir el entusiasmo por la lectura, identificar dificultades o partes poco
comprensibles de la misma, y finalmente interpretar su contenido, recordando que los niños son
críticos innatos (p.117). Además, propone una serie de preguntas básicas para iniciar una
conversación, como por ejemplo; cambiar el típico ¿por qué? por razonamientos más críticos,
como ¿si tuvieras la oportunidad de ser el personaje principal, cómo habrías actuado?
Por otro lado, la habilidad comunicativa está estrechamente vinculada con la comprensión
lectora, que implica la capacidad de entender lo que se ha leído previamente,
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independientemente de si resulta interesante o no. Esta comprensión se logra al reconocer lo
que se entiende y lo que no, lo que lleva a repasar la lectura y, finalmente, a expresar
comentarios, formular preguntas e inferencias sobre lo leído. Leer permite conocer otras
realidades, transformarlas y expresarlas a través de nuevos conocimientos en la sociedad.
Los estudiantes que tienen dificultades para seguir instrucciones, ya sea orales o escritas,
pueden mostrar signos de analfabetismo funcional, entonces ¿Por qué la escuela no logra
despertar la curiosidad por la lectura en los estudiantes? Es necesario incorporar otros enfoques
de lectura. En 2009, se realizó una campaña en Francia para promover la lectura. El escritor
Daniel Pennac creó y promovió de manera ingeniosa los derechos del lector. Su objetivo era
fomentar la libertad de leer, considerando que la lectura no debería ser una obligación, sino algo
que se disfrute. Entre estos derechos se incluían: el derecho a saltar páginas y curiosear en el
libro, el derecho a leer cualquier cosa y el derecho a leer en voz alta (Pennac, 2009). Esta
iniciativa resalta la importancia de promover una relación más libre y personal con la lectura,
permitiendo que los lectores se sientan motivados y disfruten del acto de leer. Quizás, adoptar
este enfoque en el ámbito educativo podría contribuir a despertar el interés por la lectura en los
estudiantes, facilitando así un aprendizaje más auténtico y significativo.
Antes de llevar a cabo actividades de competencias comunicativas, se deben reconocer
las dificultades que tienen los alumnos para participar en una conversación cotidiana o
planificada, su capacidad de ser comprendidos oralmente por los demás, su forma de leer,
¿pueden explicar lo que leen? Y sobretodo ¿se podrían planificar sesiones de lectura libre? Y
¿cómo estás aportarán en dicha competencia? Antes de emprender actividades que fomenten
las competencias comunicativas, es fundamental reconocer las dificultades que enfrentan los
alumnos en su participación en conversaciones, su comprensión oral, su habilidad para explicar
lo que leen y, especialmente, la posibilidad de planificar sesiones de lectura libre. ¿Cómo
contribuirán estas sesiones a mejorar dichas competencias? Es esencial reflexionar sobre estas
preguntas para diseñar estrategias efectivas que impulsen el desarrollo comunicativo de los
estudiantes.
Propuesta: “Viaje de exploradores de palabras”.
Se selecciona el material. Cada niño deberá elegir un libro, noticia, canción, poema u otro
texto que les haya llamado la atención y que crean que podría interesar a los demás.
Seguidamente se realiza la presentación semanal, cada niño tendrá la oportunidad de presentar
brevemente su material seleccionado, compartiendo qué les atrajo de él y por qué creen que
puede ser interesante para los demás. Se observa la participación activa. Después de la
presentación, se fomentará la participación activa de todos los niños, quienes podrán hacer
preguntas, comentar sobre el material presentado y expresar sus opiniones al respecto.
Finalmente, se organiza la semana de lectura.
A partir de las presentaciones, se organizala semana de la lectura específica, donde
se dedicarán días para leer en voz alta los materiales seleccionados, compartir canciones y
poesías, y explorar juntos el mundo a través de la lectura. Es importante señalar que llevar a
cabo actividades poco habituales no garantizará el desarrollo de la competencia comunicativa.
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Sin embargo, al practicarla y completar un conjunto de actividades, se puede lograr un efecto
positivo en su desarrollo.
3. CONCLUSIONES
Las competencias sociales, emocionales y comunicativas juegan un papel crucial en el
desarrollo infantil y en la construcción de habilidades cognitivas y sociales. Entender cómo se
desarrollan estas competencias en los niños es fundamental para los educadores, ya que les
permite adaptar estrategias pedagógicas que promuevan un crecimiento integral. Al integrar el
estudio del neurodesarrollo en la educación de estas competencias, los educadores pueden
comprender mejor cómo se forman estas habilidades en el cerebro de los niños y adaptar sus
métodos de enseñanza para promover un desarrollo óptimo.
Además, esta comprensión puede ayudar a identificar posibles dificultades en el
desarrollo y proporcionar intervenciones tempranas para abordarlas de manera efectiva. El
desarrollo de competencias en los niños va más allá de adquirir conocimientos académicos;
implica también desarrollar habilidades emocionales, sociales y comunicativas que les permitan
desenvolverse de manera efectiva en la sociedad. Esta a cargo de los educadores y cuidadores
cercanos, proporcionar un ambiente de aprendizaje que fomente el desarrollo integral de los
niños, atendiendo a sus necesidades emocionales, cognitivas y sociales.
La educación emocional y social no solo beneficia el desarrollo individual de los niños,
sino que también contribuye a la creación de una sociedad más empática y compasiva. Al
enseñar a los niños a comprender y gestionar sus emociones, estamos sentando las bases para
un futuro en el que la empatía y la cooperación sean valores fundamentales.
La importancia de las interacciones sociales de calidad en el desarrollo infantil no puede
ser subestimada. Las interacciones positivas con adultos y pares no solo estimulan el desarrollo
cognitivo, sino que también contribuyen al desarrollo emocional y social de los niños,
proporcionándoles herramientas para relacionarse de manera saludable con los demás a lo largo
de sus vidas. La educación emocional y social es un proceso continuo que debe comenzar en la
primera infancia y continuar a lo largo de la vida. Al integrar estas habilidades en el currículo
escolar de manera sistemática y consciente, podemos garantizar que todos los niños tengan la
oportunidad de desarrollar todo su potencial como seres humanos.
Las habilidades comunicativas son fundamentales en el proceso educativo, ya que van
más allá de la simple transmisión de información. A través de la comunicación, los estudiantes
desarrollan su capacidad para expresar ideas, comprender diferentes puntos de vista y
establecer conexiones significativas con los demás. Además, son esenciales para el aprendizaje
colaborativo y el intercambio de ideas. Cuando los estudiantes son capaces de comunicarse de
manera efectiva, pueden trabajar en equipo de manera más eficiente, resolver problemas de
manera creativa y expresar sus opiniones de forma clara y persuasiva.
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