2.2. ¿Qué son las competencias?
La noción de competencia se refiere a “capacidades generales que posibilitan los
haceres, saberes y el poder hacer, que los niños manifiestan a lo largo de su desarrollo” (Navarro,
et al, 2019, p.17) Es decir, enseñar a ser competente significa lograr que los niños puedan
dominar no sólo las formas de auto aprendizaje permanente, sino también el desarrollo del
pensamiento independiente.
La educación contemporánea enfrenta el reto de formar individuos capaces de adaptarse
a un entorno globalizado y en constante cambio, donde el desarrollo de competencias se
convierte en el eje central de los procesos educativos. Las competencias, entendidas como la
integración de habilidades, conocimientos y actitudes que permiten a las personas actuar de
manera efectiva en situaciones diversas, se presentan como una respuesta a las exigencias del
mercado laboral y la sociedad en general. Este enfoque competencial busca no solo la
adquisición de conocimientos, sino también el desarrollo de habilidades para aplicarlos de
manera práctica, fomentando así la capacidad de aprendizaje continuo, la innovación y la
adaptabilidad (Guevara, 2009).
En el ámbito educativo, la implementación de un enfoque basado en competencias
implica una transformación curricular que integra tanto las competencias específicas de cada
disciplina como las competencias transversales, estas últimas relevantes en múltiples contextos
y situaciones (Martínez y González et al., 2019). La importancia de las competencias
transversales, como el trabajo en equipo, la comunicación efectiva, el pensamiento crítico y la
resolución de problemas, radica en su capacidad para preparar a los estudiantes para enfrentar
los desafíos de una sociedad compleja y en constante evolución (Martínez y González, 2019).
La formación basada en competencias fomenta una educación integral, donde el
estudiante es el centro del proceso de aprendizaje, promoviendo así su autonomía y
responsabilidad en su formación. Esta perspectiva educativa impulsa la colaboración, la
transferibilidad de habilidades a diferentes contextos y una evaluación formativa que se enfoca
en el progreso y desarrollo continuo del estudiante (Riera et al., 2023). Además, el enfoque por
competencias destaca la relevancia de la formación humanística, fundamentada en valores, que
contribuye al desarrollo de habilidades personales y sociales necesarias para una participación
activa y responsable en la sociedad (Trottini et al., 2018).
Los desafíos globales actuales, como la digitalización y la sostenibilidad, requieren de
profesionales con una formación que integre competencias técnicas específicas y competencias
transversales, capaces de adaptarse y contribuir a la resolución de problemas complejos. En este
sentido, la educación superior juega un papel crucial al proporcionar una formación que prepare
a los estudiantes para desempeñarse con éxito en el mercado laboral y participar de manera
activa en la sociedad (Riera et al., 2023).
En conclusión, el enfoque por competencias en la educación representa una estrategia
clave para responder a las necesidades del siglo XXI, promoviendo una formación integral que
prepara a los individuos para enfrentar los retos actuales y futuros. La implementación efectiva
de este enfoque requiere de la colaboración entre educadores, instituciones educativas y